Derechos, millones e inversión
Las 20 palabras más usadas por Mirtha Vásquez en su discurso de investidura y una comparación con el de Bellido
27/10/2021
Luego de 1 hora y 40 minutos y, apróximadamente, 12 346 palabras, Mirtha Vásquez concluyó su discurso de investidura el pasado 25 de octubre. Para algunos, el discurso ha sido recibido como un renovado signo de moderación del gobierno. Para otros, la moderación es solo simbólica e insuficiente.
Independientemente del bando en el que se esté, nosotros quisimos analizar el discurso haciendo un recuento de las palabras más usadas. El análisis es muy simple: luego de eliminar las palabras más comunes (por ejemplo: a, pero, un, etc), contamos su frecuencia. No pretendemos que este simple conteo pueda recoger todas las complejidades del discurso. Para eso, se pueden usar técnicas más avanzadas. Sin embargo, ninguna técnica para entenderlo podrá reemplazar el leer el discurso o verlo.
En el gráfico de abajo presentamos las 20 palabras más usadas por Mirtha Vásquez en su discurso.
Los primeros puestos de la lista no traen muchas sorpresas. Es difícil imaginar un mensaje de investidura o a la nación donde palabras como nacional, gobierno o país no sean las más usadas. Por supuesto, también tienen que estar los millones, ya sea para referirse al número de personas que se busca beneficiar con algún programa o a inversiones en proyectos. Lo más interesante está en el centro. Por ejemplo, el hecho de que palabras como niños, derechos, inversión y trabajo hayan tenido un rol importante en el discurso. Tal vez estas palabras reflejan el carácter moderado que algunos han resaltado.
Alguien a quien dudosamente se puede caracterizar de moderado es a Guido Bellido. Por eso, consideramos interesante comparar cuáles fueron las palabras más usadas de Bellido y Vásquez en sus respectivos discursos. En el cuadro de abajo presentamos el ranking comparativo. En morado resaltamos las coincidencias y en amarillo las que solo se encuentran en una de las listas.
A partir de aquí el análisis se puede dividir en tres: las coincidencias, diferencias y ausencias.
Las coincidencias son las menos sorprendentes. Como resaltamos previamente, suelen referirse a palabras que podemos encontrar en todos los discursos oficiales. En este punto, lo más interesante es la diferencia en el ranking de la palabra salud, que aparece con mayor frecuencia en el discurso de Vásquez (32 vs. 23 veces).
Respecto a las diferencias, hay un par de datos que nos parecieron curiosos. Por ejemplo, la palabra violencia en la lista de Bellido. Cuando buscamos el contexto, encontramos frases como violencia contra la mujer o contra los niños. Esta no es una casualidad. Era el vano intento de Bellido de limpiar con su discurso un pasado marcado por expresiones homofóbicas y misóginas. El término violencia también aparece en el discurso de Vásquez (mencionado 6 veces) con una diferencia sutil pero importante: Vásquez prefiere el término violencia de género en vez de violencia contra la mujer, como en el caso Bellido.
Inversión es otra diferencia interesante. Esta palabra es repetida 20 veces en el discurso de Vásquez (6 en el de Bellido). En el caso de Bellido, esta palabra suele encontrarse junto a otras como social o pública. Casi no se habla de inversión privada. Al contrario, Vásquez le dedica una sección de su discurso, dentro del acápite de la reactivación económica. En este punto, por ejemplo, ella destaca la reunión que tuvo con empresas privadas.
Lo más interesante son las ausencias. La más clara: la reforma constitucional. En ninguno de los dos discursos se mencionan las palabras reforma constitucional o asamblea constituyente. Quizá esto no es sorprendente en el caso de Vásquez, quien ya afirmó que la asamblea no es una prioridad. Sí llama la atención en el caso de Bellido. En su discurso solo encontramos una mención de reforma constitucional, pero sobre el tema concreto de la elección de miembros del Jurado Nacional de Elecciones. Nada de asamblea constituyente, nada de reforma total.
¿Es creíble este giro? Es el congreso quien tiene que decidir. Los discursos están hechos a la medida del auditorio y responden a los intereses de sus emisores. Si el deseo es conseguir la confianza, difícilmente se la concederá un congreso renuente a una reforma constitucional. El cálculo aquí es político y va más allá de contar palabras.